miércoles, 13 de julio de 2011

Chau, Jacobo


Nos enteramos que Jacobo Mansilla, su representante, e incluso directivos de Quilmes imprimieron la semblanza que sobre el hábil jugador hizo Prosa Dragona unos ocho meses atrás, incluyéndola como parte de la carpeta de presentación. Enhorabuena que haya servido para el progreso de este buen jugador. Más allá de la tristeza de verlo ahora a Jacobo con la camiseta de Quilmes, después de haber sido el máximo responsable del talento que pudo ofrecer Defensores en la concluida temporada.
A continuación, aquellas líneas

Nació allá en el Castelli de las honduras bonaerenses, hace nada más que 23 años. Cuando se puso los pantaloncitos de jugar al fútbol, se pelearon por él en la Liga dolorense. Tanto fue, que el ruido llegó hasta Avellaneda: “Hay un pibito por Dolores que volantea y la rompe” dijo la recomendación, y la alfombra mágica navegó para depositarlo en Independiente. Jacobo la siguió rompiendo en las inferiores rojas siempre con su zurda de malabares. Hasta que llegó el bendito o maldito momento de hacerse grande o profesional, y Jacobo apenas si pudo aferrarse a un partido en Primera, entrando un ratito ante el Gimnasia jujeño. Y no hubo más. Al poco tiempo, del inestable Independiente de los últimos tiempos, se tuvo que ir. La desesperación de los dirigentes por brillar sin ilustrarse antes, hizo que junto a él se fueron otros pibes talentosos.Y Jacobo marchó con su bolsito a medio llenar, como su fe, a Brown de Adrogué. Pero de a poco volvió a ser el pibe feliz de cachetes color manzana que levantaba polvo con pases, gambetas y caños; como allá no tan lejos, en esos sus pagos de a mitad de Mar del Plata. Se ganó la titularidad en primera, y si antes se ponía Rojo, ahora estaba tricolor su pecho. Llegó la temporada 2009-2010 y se fue transformando en la figura de Brown y otros ojos se le volvieron a posar. Encima hacía goles, también, 10, como su camiseta. Lo tentaron del Olmedo de la primera ecuatoriana, de Chacarita, pero Jacobo volvió al rojo, al rojoinegro. No lo pensó ni medio amague. Se vino para la Capital, y ya en Libertador se sintió más libre para ser el Comodoro de este vuelo del Dragón. Aquí en Defensores es figura, y nunca fue tan feliz. Si hasta tuvo sus hijos mellizos, y claro, jugó todavía mejor, se hizo goleador después del primer sábado de llanto en duplicado. Hoy sin él el equipo parece no ser equipo. Es como si a un buen auto le faltara aceite. Jacobo Mansilla lubrica el andar de Defensores, afina cuando él la toca. Una alegría, Jacobo, que estés con nosotros.

1 comentario:

  1. GRACIAS JACOBO. DEJASTE EL ALMA EN CADA PARTIDO, Y LLENASTE DE CAÑOS Y LUJOS EL CARRIL IZQIUERDO. SIEMPRE TENDRAS LAS PUERTAS ABIERTAS DEL DRAGON. MUCHISIMA SUERTE EN LO QUE VIENE PARA VOS.
    FILIAL ESCOBAR.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.