El gran responsable de este desastre tiene nombre

Defensores hoy debería ser Defensa, sin embargo está en la categoría de Riestra. Hay un gran responsable en esta debacle que se venía preanunciando pero que el gran responsable, como siempre,  no quiso oír. Ese responsable se llama Marcelo Achile. Sistemáticamente se dedicó a borrar la alegría de nuestro querido y viejo club de 108 de vida. Lenta y progresivamente se fue adueñando de él para que le sirva enteramente a sus intereses. Mediante agresiones y amenazas, se fue quitando de encima a los que rechazaban sus intenciones, privatizó todo el club para no tener que ocuparse de gestionar, y apenas si atendía cuestiones de Defe desde su despacho que le dio la política. Cientos y cientos de socios e hinchas de Defensores se fueron alejando. Pero le hacía falta aunque más no sea un pequeño grupo de personas para que Defe no estuviera siempre -como tanta veces estuvo en su largo mandato-, cerrado con candados. Y esos pocos colaboradores que consiguió no se acercaron, claro está, por  su amor a Defensores. Contratos, prebendas, participación en negocios, fueron la moneda de cambio para que Achile tuviera alguien que le cuidara las espaldas. Socialmente el club se estancó definitivamente porque otra forma que encontró Achile para hacer y deshacer en Defensores a su gusto y placer, fue poner todas las trabas posibles para que nuevos socios pudieran incorporarse. Hoy, apenas son 500 los socios activos.  Pero además, quitó la posibilidad de todo encuentro social y toda oferta que resulte atractiva para el eventual socio nuevo. Ahora hay algunas actividades que en general tienen que ver con la violencia, y parece también que se ofrece patín artístico. Habrá que ver cuánta gente concurre teniendo en cuenta el mal ambiente que él supo crear en el club. Quedó un solo lugar para esas prácticas, un espacio ganado debajo de la platea que fue logrado gracias al esfuerzo económico de los hinchas.  Como las luces y la platea nueva,  que fueron financiadas casi enteramente por Eduardo Deluca.  A la ex Millenium la partió en dos, una parte la alquiló para la práctica de paintball, y la otra la suele ofrecer alegremente para reuniones del Partido Justicialista o para fiestas privadas, como si ese espacio del club fuera el living de su casa.

En las últimas fechas del torneo, quedó evidenciada claramente su notable incapacidad, y de qué manera nuestro club genera rechazo en los demás a partir de sus penosas actitudes. Golpeó a un periodista de TyC Sports, pidió el disparate de que se detuviera el certamen por el presunto arreglo entre Los Andes y la UAI Urquiza en la última fecha, diciendo el sinsentido que Defensores renunciaba a cambio de no sé qué a disputar el Reducido. Y ahora, antes del desenlace conocido, denunció un complot contra Defensores, y hasta se conoció que se había reunido con el DT Monzón. Una desprolijidad tras otra.  Todo eso, más las agresiones a periodistas –el de TyC no fue el único-, se paga, como aquella que impulsó que se arrojara desde la techada un sinfín de jaboncitos ante la salida a la cancha de Atlanta. Ese fue un puñal clavado en la imagen del club. Sin Deluca, supongo que cansado de poner plata y encima de chocar con la soberbia de Achile, Defe quedó totalmente desamparado en le última fecha. Los bochornosos arreglo en Dálmine-Colegiales, y Flandría-Morón (con el increíble gol anulado por Ignacio Lupani a los juveniles de Flandria) dejaron en evidencia que Achile fue rechazado por todos y que otra vez mostró su rotunda impericia  para manejarse en una situación que requería inteligencia, perspicacia y buenas relaciones. Pero nada de eso le abunda a nuestro presidente. Y Defe está donde está. Y la impotencia es muy grande.