jueves, 14 de abril de 2011

Son 28 años que Defensores es un orgulloso Dragón


Hacía rato que al Negro Hugo Arbona la idea le daba vuelta por su cabeza invadida de pensamientos rojoinegros. Estaba convencido que Defensores tenía que ostentar un apodo agresivo, que resumiera la fiereza de sus intenciones en cada presentación en una cancha, y que también fuera un símbolo para el club, que nadie se atreviera a tocarnos, que a nadie se le ocurriera ponerle palos a nuestros deseos de crecer. Era 1983, año de recuperadas melodías democráticas que tal vez encendieron la creatividad del Negro. Pensó en la suerte que tenía Tigre de llamarse así porque no le hacía falta nada, y como era nuestro archirival empezó a imaginar animales urgentes en el techo de sus noches insomnes. Tampoco estaban bien las cosas y nunca lo estuvieron con Deportivo Morón, pero estaba bueno que le dijeran Gallo y no estaba bueno que a nosotros no nos dijeran nada. Encima jugábamos en esa época con Gimnasia y Esgrima La Plata, que ostentaba orgulloso sus colmillos de Lobo. Tigre, Gallo, Lobo... ¿Y Defe? Hasta que una noche el Negro Hugo saltó de la cama con la alegría brotándole por el pijama: león, Defe sería el León de ahora más y en todas partes, se dijo apasionado como siempre por su club de siempre. Antes de llamar a sus amigos y contarle el hallazgo, le pegó una hojeada al diario. Se puso blanco, y eso no era sencillo: Estudiantes de La Plata jugaba la Copa Libertadores, y para conservar la mística copera su hinchada acababa de inagurar un nuevo apodo, "León", además de Pincharrata, ahora a Estudiantes lo llamaban León.
"Qué lástima", se agarraba la cabeza Arbona, que hasta había dibujado unos bocetos de un león rojoinegro. Es que había que encontrar un animal bravo que pudiera competir contra el Tigre de Victoria, que fuera "lo opuesto", insistía el Negro. Y el león venía bárbaro: Tigre versus el León. Pero como Hugo Arbona no es de los que se dan por vencido, empezó a ejercitar con intensidad su condición de dibujante técnico y publicitario que adquirió en las tan defensoristas escuelas Raggio, y en una de las noches siguientes apareció en su papel un animal imponente que ardía por meterse en el corazón de Defensores: casi sin darse cuenta dibujó un dragón. El pobre Hugo hizo 185 modelos de dragones hasta dar con el que creyó el indicado para que se incorporara a nuestra camiseta. Sí, a Hugo se le ocurrió que Defe sería un dragón que echara fuego y todo. Los primeros escuditos con el dragón fueron cosidos en los juegos de camisetas por la mamá de un marcador de punta de apellido Gil. Después se elaboraron camisetas con el flamante símbolo incorporado, gracias al dinero que juntaron el propio Arbona y Roberto Gironte, quien supo ser tesorero del club. Nuestro querido Gordo Juan Romeo Ferrara fue el encargado de difundir este arribo definitivo de un dragón al Bajo, y muy pronto, todos los medios aceptaron de buena gana la llegada de este personaje mitológico al fútbol argentino.
Cuando la firma Adidas se enteró de la incorporación de un dragón a la indumentaria defensorista, de inmediato le pidió a Hugo Arbona sus originales y la autorización para confeccionar las nuevas camisetas de Defe. Eso ocurría ya en 1984, todo el mundo con los ojos puestos en Defe, además, por la gran campaña del equipo y por su fútbol de lujo. Así, con esta motivación extra, la empresa de artículos deportivos logró presentar la que sería una de las camisetas más hermosas de toda nuestra historia. Adidas la exhibió especialmente en su sede porteña, y fue admirada por un buen tiempo por los mendocinos es una exposición en la que era la estrella. Hasta en la sede madre de Adidas en Alemania fue casi un objeto de culto. Es que la camiseta Adidas de Defensores sigue siendo recordada y reconocida entre las más bellas que el fútbol ha presentado. Cuando puede, el Negro Arbona la saca del cajón y la acaricia, porque así también acaricia a su Defe querido. Y aún, a veces, se agacha para disimular cierto exceso de brillo en sus ojos cuando escucha "Dragón, Dragón, te vamos a seguir, adonde quieras ir...".
(Publicado en el libro "Corazón Pintado")

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