sábado, 25 de junio de 2011

Me lo dijo una gitana... (segunda parte)


Esta mañana, muy temprano sonó el teléfono. Arrastré mis restos, levanté el tubo y era otra vez su voz, inconfundible, rasposa y con un acento de otro mundo, tal vez de ése donde las almas vagan indómitas y ansiosas. Ella, la bella gitana, volvía a citarme en aquel sendero ruinoso de la otra vez, en los fondos de la esperanza, entre barros y melancolías. Allí había ido antes del partido revancha con Nueva Chicago, y ahora me estaba diciendo que había visto cosas de mañana, y que me las quería contar antes de que el estruendo de su visión le demoliera el cuerpo exhausto. “Ven rápido que he quedado maltrecha de tanto que he visto que ocurrirá”, me dijo la gitana y cortó.
Me cambié como pude, y entre las neblinas frías del invierno recién nacido partí a buscarla a los arrabales. Me iba a hablar de Defe otra vez. Antes de Chicago había sido cierta casi toda su alucinación. Ahora qué me diría, me preguntaba, mientras mis tripas se quejaban del frío y de la angustia destemplada de mi corazón. Ya estaba cerca de las postrimerías geográficas de la nada, no podía retroceder, había ido muy rápido, cavilando y sin sentir el tiempo. Si sus augurios eran malos, ¿podría acudir a la resignación sin desesperarme?
Di la vuelta manzana sin manzana sobre el barro enfurecido de lloviznas, apenas donde la ciudad se pone de espalda y desdeña todo auxilio. Al cuarto paso sobre la misma ruina, apareció ella sin saber de dónde y empezamos a caminar sin rumbo y con su voz.
“Los jóvenes de tu equipo recibieron una descarga celestial, y será invencibles mañana. Vi gente agresiva contra ellos, pero nada les hace mella. Vi al arquero de tu equipo volando una par de veces como un ángel de la guarda. Vi al retacón ése que lleva la camiseta número 4 haciendo un surco virtuoso por la derecha, y a los flacos centrales del fondo, uno narigón y el otro barbudo, convertidos en frontones mágicos donde todo se estrella. Si hasta vi a algunos de ellos, no recuerdo cuál, festejar un gol propio. Vi al morochito con la 3, dibujar grandes trazos con la pelota, de la misma manera que el que tiene adelante, un tal Jacobo al que quieren desatarle la pelota de los pies pero no pueden. Vi al petiso y al Gordo del medio: esa furia que tienen es paranormal, no hay dudas, y vi a dos Tanques con forma humana llevarse todo por delante. A uno de ellos, el menos negro, se le suben todos encima al festejar levantando los brazos.
Ese que vuela como un ángel fue una vez al fondo del arco…” Yo creí morir. Esta vez no pude más y la interrumpí, ante su pausa agitada y larga.
-Pero, cómo salió el partido, por Dios, dígame.
-… 2… Sí... 2 a 1 gana tu equipo… Sí, vi como se abrazaban los de rojo y negro… Sí…
Y la gitana se desvaneció justo sobre la última ruina. Yo la acomodé sobre un camastro enmohecido, la tapé con mi saco, puse sobre su cuello mi bufanda, y muerto de frío y de risa, me volví cantando y chapaleando sobre el barro.

3 comentarios:

  1. Buenísimo.

    Me emocioné al punto de llorar.

    abrazo y gracias por tus textos.

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  2. GROSO MARTIN, MAÑANA HACEMOS FUERZAS TODOS JUNTOS!!!!!
    ABRAZO!!!!
    FILIAL ESCOBAR

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  3. Muy emotivo pa...ojalá se cumplan las predicciones de la bella gitana!
    Qué nervios!
    Nada es imposible...una alegría de estas no vendría nada mal...
    Mañana puede ser un GRAN día.
    Excelente prosa, como siempre.

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